La Escuela de Platón

 Platón creía que los sentidos, el afecto, eran estorbos que impedían el conocimiento de “la verdad” y que el conocimiento “puro”, libre de sentimiento, era la vía correcta para alcanzar el conocimiento. La filosofía griega de hace tantos siglos no difiere de la actual realidad que creamos y vivimos.
<<Hemos establecido una dicotomía entre el trabajo de la cabeza y el trabajo manual. Separamos lo cognitivo de lo afectivo ; la mente del cuerpo; el pensamiento del sentimiento. Esto modela nuestra concepción de la mente y modifica nuestras políticas educativas>> (Eisner).
 Y qué acertado Eisner, al igual que Dewey, quien escribió en 1934:
<<Toda idea que desconozca el necesario rol de la inteligencia en la producción de obras de arte se basa en la identificación del pensar con el uso de determinado tipo de material, signos verbales y palabras. Pensar eficazmente por referencia a relaciones de cualidades es una exigencia tan severa para el pensamiento como lo es el pensar por referencia a símbolos verbales y matemáticos. Más aun, es cómodo manejar las palabras en forma mecánica, y por eso es probable que producir una obra de arte genuina requiera más inteligencia que la mayor parte del llamado pensamiento que es moneda corriente entre quienes se enorgullecen de ser “intelectuales”>>
 Ya estamos en el siglo XXI y aún se considera que los “verdaderamente inteligentes” son los que se destacan en ciencias o en matemáticas. La concepción general de inteligencia no difiere mucho de la que poseían los griegos tanto tiempo atrás.
 
Los estudiantes tienen a disposición en las escuelas un currículum injusto, adecuado a esta concepción retrógrada de que la inteligencia es sólo una. Lo demás es entretenimiento.
 Recuerdo que en mis últimos años de escuela tenía la semana cargada de matemáticas, marketing, economía, biología, comunidad global, historia, habiendo elegido la modalidad “Humanidad”. ¿Eso es humanidad? ¿Humanidad acaso no es también la expresión mediante el arte, la creatividad, el aporte, la inventiva?.
  Cuántos soñamos con una humanidad sensible, equitativa, equilibrada. Una sociedad que apoye y fomente la cultura y que enseñe a utilizar los sentidos y la emotividad en pos de la significación de su entorno. Soñamos con una escuela que abrace a todos los niños, que potencie sus cualidades naturales para su sano desarrollo y no una escuela basada en la separatividad de los “inteligentes” y los “talentosos”, los que tienen condiciones y los que no tienen futuro.
 Una escuela que enseñe al niño a identificarse a sí mismo individualmente y en el contexto social como participante activo desde temprana edad y no como promesa futura de “adulto bien”.









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