FLORES [ciclos]

La flor que crece en mí.



Escucha:

el viento brama.

A su compás,
hojas secas bailan
en eterno remolino.

Acarician la hierba
almas danzantes;
muertos del ayer.

Cae de las nubes
un llanto dulce
de ángeles dormidos,
mojando la flor
de mi encanto empedernido.




*******



La flor de azahar.


Su mayor miedo era romper la magia.
Esa magia romántica sin sentido, agridulce. 
Pero ¿Cómo, cómo, en el  nombre de lo Divino se lo explicaría?;
No tenía labios ni lengua para hablar,
sólo tenía labios para besar y lengua para saborear.
Para saborear ese instante fugaz en el que nada más existe
y se quiebra tan fácilmente
con un millón de pensamientos y estúpidas palabras.
Esa cabeza idiota incontrolable que adora interferir,
enfriar,
alejar,
cortar,
amurallar.
Semejante contradicción entre el impulso del cuerpo,
del deseo
y la paralela realidad fuera de las cuatro paredes,
en una de las cuales colgaba la pintura de una bicicleta.
En ella hubiese huido.
Y en su compañía, por tierra, por mar o por aire.
Era un vehículo de ilimitadas posibilidades
y allí estaba,
en la pared.
Igual que su cuerpo.
Entre las manos y la pared.
Las manos que acariciaban
sonando a primer compás de la sinfonía número uno de Mahler;
sutileza con la que se toca una flor de azahar para no despedazarla.
Tan frágil. Tan enternecida.
Flor que uno de ellos conoció gracias al otro.
Su mayor fortaleza era soñar.
Soñar que un instante fugaz es eterno al revivirlo,
proyectándolo bajo sus párpados.
Húmedos,
salados,
apretados.
Esa magia romántica sin sentido, tan idiota.
¿Cómo, cómo en el nombre de lo Divino se lo explicaría?




*******


La flor de Renoir.


Si canto frente al mar
el viento te traerá en un velero azul.
De traje y en la mano
una flor de Renoir.

Si en el campo te canto
en la flor volverás
hecho perfume.

Y si al árbol trepo
en las ramas estarás
en su dulce fruto.

Un beso alimonado,
abrazo amaderado,
Un vuelo de aventura
en la pintura quieta,
y en la calle de piedra;
de traje y en la mano
una flor de Renoir.



*****


Jazmines


Tu boca me empuja al éxtasis.
Arrojo pétalos
sobre tu noble cabeza.
Caigo en el abismo,
como la lluvia,
resbalando en la ventana.
Paseo dos jazmines
por tu justa espalda.
 Bebes mi esencia.
Muero
como las frágiles flores
que destrozo contra tu cuerpo.

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